Ya saben que siempre ando echando pestes por el clima de aquí, sobre todo en invierno. Lo que más disfruto del invierno es la nieve y los paisajes tan hermosos cuando esta todo cubierto de blanco, no me tocaron muchas nevadas pero algo que me encanto de este invierno fue cuando para ir al trabajo empecé a manejar cerca de la reserva forestal y un día después de una nevada los árboles se miraban hermosos, los campos llenos de nieve y una familia de seis venados a la orilla del camino. Desde entonces cuando me acercaba al semáforo donde podría verlos, pedía “rojo, que te quiero rojo” para así poder disfrutar un poco mas de la vista de ellos. Hubo una tarde en que conté veintitrés, todos viendo hacia una dirección parecía una pintura, no los he visto desde que empezó el horario de verano pero no dejo de buscarlos cada tarde que paso por ahí...
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